Marruecos es un país donde a través de los siglos han confluido diversas civilizaciones y culturas, y su gastronomía, con más de dos mil años de historia, así lo refleja. De los primeros habitantes de este hermoso país, los bereberes, la cocina marroquí ha heredado guisos como el tajine y la sopa harira… De las tribus beduínas del Sáhara los marroquíes adoptaron el gusto por los cereales, el trigo, la leche y los dátiles, y de los múltiples pobladores árabes incorporaron el aceite de oliva, las sabrosas frutas, los cítricos, las almendras y las variadas especias, el gusto por los contrastes en el paladar y la utilización de pistachos y miel en los postres.
La cocina de Marruecos desprende sensualidad e incluso se podría aventurar que se come a través de casi los cinco sentidos: la vista primero, y después el olfato y el gusto, se funden en un sabroso deleite de los diferentes platos, siempre con sabores contrastados entre lo dulce y salado, lo amargo y picante, y ambientados por el aromático perfume de las infinitas especias, que permiten dar un toque muy personal a cada plato, a cada guiso.
Entre ellas destaca el Ras-el-hanout, literalmente la cabeza del especiero, una mezcla de cúrcuma, jengibre blanco, pimienta negra, pimienta de Jamaica, canela, cardamomo, pimienta blanca, jenjibre, macis, clavo, nuez moscada, bayas de belladona, brotes de rosa, iris y más…